Intensamente
- Luis Angel Mejia Garcia
- 19 jul 2018
- 2 Min. de lectura
Riley es una niña muy contenta que tuvo cambiar de hogar por motivo del trabajo de su papá, ella se imaginaba una casa muy bonita, pero todo salio mal porque no era como lo esperaba, sin embargo su alegría se encargo de ver lo positivo de las cosas siempre la mantenía motivada, al ver una funcionalidad con sus pensamientos centrales ella empezó a cambiar en su estado de ánimo, ya que no quería realizar las actividades que solía hacer en Minezota, recordaba a sus amigos del hockey, a los de su escuela y la etapa de su niñez la cual vivió allá.

Vivió un enmascaramiento emocional ya que su alegría siempre trataba de responder, antes que la tristeza se presentara pero siempre es bueno dejar que la tristeza salga para que después venga una alegría, en algún momento, sufre distimia ya que pierde dos de sus emociones: la alegría y la tristeza, y en ese momento salen a relucir otras emociones como la furia, desagrado y un poco de temor.
Los pensamientos centrales son parte fundamental de su personalidad al pasar de la niñez a la pubertad, ya que como parte del desarrollo humano estos cambios van siendo modificados en cada etapa de la vida.
A partir de ciertas experiencias aprendemos a identificar nuestras emociones y mantener un recuerdo de ellas que se van almacenando en nuestra memoria a corto y largo plazo.
Aunado a eso Riley en su subconsciente reprime emociones tales como desagrado, furia y temores que desde su infancia se han ido almacenando. Riley sufre una catarsis hacia sus padres expresando todo lo que le desagrada o lo que la mantiene inconforme con su nueva vida y es cuando pasa a la etapa de la pubertad.
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